martes, 25 de diciembre de 2012

Sara Ascarlani

>No se necesita introducción, ella es, y punto.<


Conservatorio Ascarlani 17:56
París, Francia.

Mi estimada damisela nocturna:
Si creyera en los dioses podría agradecer en estos instantes por crear a una re-encarnación en cuerpo mortal. Quizás la compararía con afrodita o incluso a la gran temida Perséfone y sus historias de inframundo y demás, pero no malgastaré estos minutos en adornar su belleza sabiendo usted misma que tiene el poder de detener el tiempo si es necesario con un simple taconeo; o destilar el aroma más sexual y penetrante que emana del fino cuello que su cabello cubre celosamente y que me abstiene de desearlo como yo quisiera. Un pequeño paseo sobre el, tan solo un poco de su olor natural y quizás podría perder el conocimiento o... ¿Usted lo perdería? 
 Su cuerpo fue diseñado para pecar y me temo que soy una enferma que se deja llevar por la pecaminosidad de sus curvas perfectas. Un accidente de colinas seria menos peligroso que acariciar su hermosa silueta con mis suaves y gélidas manos, pero aun mas peligroso es, tener mis dedos sobre su cuerpo y evitar estremecer sus adentros y desbordar sus deseos ocultos. Los miedos y las reglas han surgido para romperse; y no sabe como me encantaría desgarrarla lentamente con sus movimientos y mi cuerpo musical. Tómelo como una proposición indecente o como quiera, la estaré esperando después de la hora crepuscular en mi oficina del conservatorio. Espero su curiosidad gatuna se apodere de su mente delirante y se deje llevar por mis deseos incesantes.
Sara Ascarlani.

Espero con ansias mi fatídica muerte.
Esas muertes que me hacen despertar en el límite de sabores y sensaciones infernales.
La sensación de ahogo y el descontrol de mis manos. 
Su sexo en mis labios y su alma cantando a gritos ahogados junto a los Nibelungos.